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ecosistemas terrestres

Proteger, restablecer y promover el uso sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la degradación de las tierras y detener la pérdida de biodiversidad

Según las estimaciones de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se pierden 2,6 millones de hectáreas forestales al año, en gran parte como resultado de prácticas humanas, especialmente las relacionadas con actividades de ganadería intensiva.

Intentos internacionales de protección de las zonas forestales en América Latina y el Caribe

El azote de la deforestación en América Latina y el Caribe

Según estudios realizados por la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), el sector agrícola sería responsable de al menos el 84 % de la deforestación observada en la Amazonia desde 1985. La COICA, activa en los frentes de la vigilancia y de la lucha contra las prácticas de deforestación, también se encuentra en primera línea en la defensa de las comunidades indígenas locales. Estas últimas se ven duramente afectadas por la degradación de los ecosistemas que constituyen su hábitat. Sus tierras son codiciadas, los Estados les brindan una débil protección, con lo que están expuestas a múltiples violaciones de sus derechos.

Valorizar el trabajo de conservación realizado por las comunidades indígenas amazónicas

Aun así, la presencia de estas comunidades constituye un elemento clave en la protección de los recursos naturales locales. No sólo ejercen un rol de vigilancia, sino que han establecido modos de producción y de consumo que les permiten vivir en armonía con la naturaleza que les rodea.

En Bolivia, uno de los Estados latinoamericanos más afectados por la deforestación, las autoridades locales de la región de Alto Beni han comprendido bien el importante papel que desempeñan estos actores y la necesidad de incluirlos en la protección y la gestión de los ecosistemas forestales. Las negociaciones llevadas a cabo a lo largo de 2022 bajo los auspicios de la ONG Conservación Internacional han permitido la elaboración de un decreto municipal que ratifica la creación de un área protegida de casi 40 000 hectáreas en este territorio amazónico de alto valor ecológico.

A la espera de certificaciones nacionales e internacionales, este decreto establece una distinción entre dos tipos de espacios: «parques naturales» y «áreas naturales de manejo integrado». Este mecanismo, presente en la Constitución de Bolivia, tiene la ventaja de valorizar la participación activa de los pueblos indígenas en la conservación de los recursos naturales, al tiempo que les permite desarrollar actividades económicas y productivas sostenibles.