Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos

La transición a modelos de suministro basados en el recurso a energías renovables conlleva costes significativos, generados especialmente por el establecimiento de nuevas infraestructuras.

En la región de América Latina y el Caribe, la cooperación internacional y las colaboraciones público-privadas han ofrecido soluciones de financiación concluyentes para acompañar a los gobiernos en la aplicación de estrategias energéticas más sostenibles. En las últimas dos décadas, ciertos Estados de la región se han distinguido por su compromiso muy activo en este ámbito, como Costa Rica, que en 2019 adoptó un ambicioso plan de descarbonización.

Costa Rica, a veces designada como «el país de la electricidad renovable», ha implementado una estrategia muy eficaz y diversificada en materia de suministro energético. En 2022 y por octavo año consecutivo, produjo más del 98% de energía renovable, una proporción equivalente a la de Noruega.

Además de sus catorce centrales hidroeléctricas (que producen el 70% de la electricidad consumida a nivel nacional) y el aprovechamiento de su cadena de volcanes activos a través de sistemas geotérmicos, el país ha decidido desarrollar la energía eólica, con el apoyo de socios privados internacionales.