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Poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible

En América Latina y el Caribe, el número de personas que sufren hambre ha aumentado significativamente durante y después del período de pandemia, llegando a casi 60 millones de personas en el apogeo de la crisis. Paradójicamente, los pequeños productores agrícolas de la región se han encontrado particularmente expuestos a situaciones de inseguridad alimentaria, puesto que sus ingresos se ven afectados tanto por la recesión económica como por los desastres naturales, cada vez más numerosos con la aceleración del cambio climático.

Programa de refuerzo de la economía agrícola en el departamento de Putumayo (2020-2025)

En Colombia, un contexto agrario marcado por la pobreza y la violencia

En Colombia, la huella del conflicto armado ha contribuido a empeorar la situación de los pequeños productores rurales, atrapados en contextos de violencia y de pobreza extrema.

La coca, una planta ancestral con virtudes medicinales, se ha impuesto a veces como el único cultivo rentable en los territorios más remotos, debido a su transformación en «cocaína», una droga muy buscada por las redes mundiales de narcotráfico. En muchos casos, los grupos armados han forzado a los pequeños productores a cultivarla, convirtiéndoles en el blanco de la represión ejercida por el Estado, en el marco de la guerra contra las drogas.

Si bien la firma de los acuerdos de paz en 2016 no ha erradicado por completo la violencia ni ha atenuado la influencia del narcotráfico en el país, al menos ha permitido sacar a la luz la complejidad de las situaciones de estos productores y reflexionar sobre medidas más sostenibles, favoreciendo, por ejemplo, el principio de «sustitución».

Evolución de los cultivos ilícitos de coca desde 2011

Apoyar la producción de sacha inchi en Putumayo

En Putumayo, un departamento colombiano particularmente afectado por el conflicto y sus efectos colaterales, el cultivo del sacha inchi ha surgido como una solución concluyente de sustitución de la coca, debido a su rentabilidad y al reciente redescubrimiento de sus propiedades nutritivas. Esta semilla, ya explotada en Perú, la utilizaban tradicionalmente los pueblos indígenas.

En la localidad de Puerto Caicedo, los productores que habían optado por el sacha inchi a finales de la década del 2000 rápidamente decidieron unirse en una cooperativa, con el fin de poner en común sus aprendizajes. Esta iniciativa les permitió asumir juntos los costes asociados con los modos de comercialización y de transformación de esta semilla, vendida en forma de aceite o de semillas tostadas. La Asociación de productores de sacha inchi del municipio de Puerto Caicedo, Putumayo (ASOPROSAOP) ha consolidado los vínculos entre ellos.

También ha dado impulso a acciones de sensibilización y de promoción en torno a los desafíos de la sustitución de los cultivos ilícitos de coca. En 2020, ASOPROSAOP se unió a la lista de socios de un ambicioso proyecto para reforzar la economía agrícola en el departamento de Putumayo. La iniciativa, dirigida por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), ha sido posible gracias a los esfuerzos de los poderes locales, particularmente la Gobernación del Putumayo, pero también gracias al apoyo financiero decisivo de la Agencia coreana de desarrollo internacional (KOIKA) y del gobierno nacional colombiano.

En detalle

Objetivos del proyecto

490 hectáreas de sacha inchi cultivadas

52% de productores

48% de productoras

Es decir, de media

1,47 hectáreas cultivadas por familia